¿Solo gasolina o algo mas?

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En días pasados un brillante colega de SINTETIA, decía que en las gasolineras Repsol se vendían productos por el doble o el triple del precio que se vendía en una gran cadena de distribución minorista y se planteaba como era posible.
Yo le contesté que sí, que era posible. El me retó a un POST sobre el tema. Lástima que partía a un largo viaje y se ha ido demorando, pero hoy, a pesar de encontrarme a casi diez mil kilómetros de mi querida España y sin mis bibliografías a mano, escribo este POST para mis amigos de SINTETIA y para mis fieles seguidores. Espero que os divierta.
Parto del hecho de que el Marketing es una ciencia transversal, en la que intervienen la economía, por supuesto, la administración de empresas, la psicología, la sociología, la antropología y la medicina y por eso el tema se puede tratar bajo diferentes prismas.
Un Psicológo económico, George Katona, ya propuso a mediados del siglo pasado que el hombre no era un homo economicus racional que solo consumía como y cuando dictaba la racionalidad sino que en el momento de consumir se debían de tener en cuenta los sentimientos, las actitudes y expectativas para poder explicar la conductas económicas de la población.
Abundando en ello, el Marketinero de Harward, SJ. Levy, en “Symbols for sale” nos dice que el hombre apenas piensa económicamente.
Pero no vamos a seguir con citas, de las cuales podríamos encontrar millones, sino que vamos a centrar el tema.
Por que, alguien, está dispuesto a pagar mas por un producto en una gasolinera Repsol? Y fijaros  que no sigo diciendo “Que en un supermercado como Mercadona”, porque aquí ya empezaríamos a hacer una comparativa que no es posible. Y es que cuando estudiamos el consumo, cuando estudiamos la acción de compra debemos de tener en cuenta varios factores que nos impiden la comparación. Aunque la respuesta a esta pregunta puede venir desde diferentes ángulos de estudio, vamos a centrarnos en dos aspectos.
Así podemos decir que compramos en una tienda Repsol a un precio mayor que en otro sitio por dos factores (pueden haber muchos más, en donde entra la teoría de la distribución o la teoría del comportamiento del consumidor) y estos pueden ser; Por Conveniencia. Compra no planificada y compra por impulso

a) Cuando decimos que compramos por conveniencia?
Desde el punto de vista del producto;
Llamamos productos de conveniencia a aquellos productos de poco valor o productos en cuyo proceso de compra se realiza un esfuerzo mínimo. Llenamos el tanque del coche, vamos a caja a pagar y en ese momento vemos una chocolatina y la compramos. En este proceso no hemos hecho ningún proceso de comparación. Simplemente la hemos visto, nos ha apetecido y la hemos comprado. Fijaos que dichas chocolatinas (por eso he puesto este ejemplo), siempre están empaquetadas en pequeñas porciones. Por lo tanto, el precio en valor absoluto aún nos puede parecer bajo y sin embargo posiblemente sea el doble del mismo producto en un establecimiento minorista de mayor tamaño.
Desde el punto de vista de la distribución, estamos hablando de tiendas de conveniencia. Tiendas que dan un servicio en un horario amplio, llegando a las 24 horas open y situadas normalmente en las gasolineras, aunque también las podemos encontrar en puntos estratégicos de las ciudades. Venden productos de conveniencia y productos de primera necesidad, de alimentación o de higiene personal la mayoría envasados en tamaños reducidos. También venden productos culturales y productos para regalo, golosinas, helados, pasteles industriales, etc. Está claro que lo que en este caso lo que se aprovecha es la escasez horaria de los establecimientos tradicionales. Además de la ubicación. En este caso lo que pagamos es lo que podríamos llamar un “Coste de Oportunidad” o un “Peaje” por falta de previsión o por “Coste por Capricho”, tener algo en el momento que quiero.
Lo que lógicamente nadie va a hacer es realizar la compra de la semana en esos establecimientos.
El mayor precio se justifica por parte de la empresa distribuidora en una menor rotación respecto a un establecimiento de distribución minorista tradicional (podríamos nombrar y analizar mas factores, pero eso lo haremos en próximos artículos)

b) Compra NO planificada y Compra por Impulso. En muchos manuales de marketing podemos encontrar que ambos conceptos se asimilan, sin embargo, no es lo mismo la compra no planificada que la compra por impulso.
La primera se produce cuando en el momento de la compra cambiamos de opinión o recordamos algo que habíamos olvidado. Vamos al súper y recordamos que no habíamos pensado comprar detergente y cuando lo vemos recordamos que nos falta. O vemos la leche y recordamos que solo queda una botella para seis niños y la compramos. Esto es compra no planificada. Este tipo de compra también se realiza en este tipo de establecimientos. Llegamos, vemos algo que no teníamos previsto comprar, por ejemplo unos espárragos Cojonudos y recordamos que hemos invitado a cenar a la nueva vecina…los compramos. En ese momento el precio nos importa poco, lo que nos interesa es el resultado, que tenemos el producto que necesitamos y que lo hemos recordado en ese momento. En este caso también estamos dispuestos a pagar un precio mayor.
Respecto a la compra por impulso (que no compulsiva, que esta ya es enfermiza) se produce cuando al ver un producto tenemos una necesidad (irracional) de comprarlo, aunque no lo necesitemos en ese momento, a veces la decisión de compra  está fundamentada por factores sociales y no se analizan a fondo las características del producto (prestaciones, precio, etc). Se produce en productos de poco valor (como nuestra chocolatina)de carácter personal, cultural, etc.
Además, en las gasolineras (respecto a las compras por impulso) se produce un hecho que no se produce en otras situaciones, y es que estamos junto a uno de los símbolos que marcan nuestra posición social, el coche. En ocasiones esto puede producir cierta euforia a la hora de realizar la compra (reduciendo el aspecto racional de la compra) y estar dispuesto a pagar un mayor precio por el efecto demostración.
Como hemos visto, la situación de compra en estos establecimientos es diferente a la situación de compra en un distribuidor tradicional. Y por lo tanto las diferencias de precios están justificadas.
Como decía nuestro gran pensador Unamuno; “No hay mayor NECIO que quien confunde Valor y Precio”. Podemos añadir, el valor se lo damos a los productos en función de la situación de compra en la que nos encontramos. Es importante tener en cuenta la elección del consumidor y convencernos de que este en pocas ocasiones consume racionalmente. O mejor dicho, en muchas ocasiones lo que sería racional para unos es irracional para otros.

César T. Gil
Equipo de Br4Fits



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